Sobre las motos retro
Desde hace ya tiempo se ha establecido un nuevo estilo de motos, las llamadas retro. Disfrazadas de clásicas, disponen, no obstante, de una mecánica moderna, gobernada por una UEC (Unidad Electrónica de Control). En respuesta a las exigencias del mercado, las grandes marcas no han tardado en presentar una reinterpretación de un modelo faro de su propio pasado, como, por ejemplo, Triumph con su Bonneville, Guzzi con su V7 Classic o Kawasaki con la W650/800, un revival de su W1 650 del 1965, que, a su vez, era una copia evolucionada de la BSA A7.
Aunque el punto en común de las retros y de las motos antiguas de colección consiste sólo en una mera semejanza estética, las revistas de motos clásicas no dudan en presentarnos cada mes amplios reportajes sobre los últimos modelos retro. Aparentemente, las retros buscan su sitio en el ámbito motero, y parece que en gran parte han aterrizado justamente en el mundillo de las motos de época (el otro segmento es el new wave custom). Las vemos ahora tanto en las salidas de los clubes de motos clásicas como en sus concentraciones. Esta es la única razón por la que nos ocupamos de ellas en una página web dedicada a las motos antiguas. Porque una retro no es una clásica. Es una moto de ocio (como la mayoría de las motos a partir de los años 50), fruto de un estudio de marketing, dirigida a aquellas personas (en general ya de cierta edad) que no se sienten cómodas con los cohetes de plástico actuales. Como clásica, sin embargo, se considera cualquier moto con más de 30 años (en España 25 años).
Tomemos como ejemplo la MZ de la foto. Poca gente diría que es una moto bonita, aunque su diseño "banana" estaba muy en boga en la época. La estética no preocupaba tanto a nuestros padres o abuelos, quienes no buscaban una moto de ocio, sino nesecitaban un medio de transporte económico y fiable, y esto es precisamente lo que ofrecia la MZ. Lo importante era la función, el diseño se supeditaba a ella (“form follows function”). Aunque es una clásica, al haber nacido un mulo de carga sin demasiados encantos estéticos, la pobre MZ nunca será eligida como base para crear una moto retro. Este honor queda reservado para aquellas motos que marcaron el estilo de su época. Un estilo que se supone, es modélico, no solo en su momento, sino aún hoy. Una moto retro pretende transmitir lo mejor de una época, su esencia. Sin embargo, cada estilo, tan modélico como parezca, es fruto de su época y está condenado a desaparecer con ella, dando paso a algo nuevo. La clásica Bonneville del 1959 a día de hoy es una moto también estilísticamente anticuada - a diferencia de su versión retro, que está perfectamente conforme con el gusto actual. La estética retro transforma lo auténtico clásico en classic, su interpretación contemporánea y “cool”. Los elementos estéticos mediante los cuales se logra esta transformación están derivados del estilo custom, muy influyente en la estética actual. Cabe recordar que los iconos del custom, las Harley Davidson, también son motos de aspecto retro. La Company, desde hace décadas, vende su pasado. Mientras que el custom americano se inspira sobre todo de las motos de los años 30/40, el retro recurre al estilo inglés de los años 50-70 y al custom inglés (Cafe Racers). Lo que el retro adopta del custom para actualizar un diseño anticuado es, sobre todo, la opulencia de los acabados: las pinturas metalizadas y con colores degradadas, un derroche de cromo, de acero inoxidable pulido y de aluminio brillante. Por doquier reina, tanto en las custom como en las retro, la suntuosidad y la voluptuosidad, cada detalle es macizo y carnoso. Las motos británicas de época destacaron por su fineza. El famoso motor bicilíndrico de las Triumph era tan esbelto que daba la impresión de un monocilíndrico. A sus lados, las retros parecen pesadas, hinchadas y sobrecargadas. Aún así, son motos muy bonitas y fiables que adornan cualquier garaje. Son motos con una estética exclusiva de ellas y pretender que sean auténticas motos clásicas no les hace justicia. Por desgracia, exactamente esta actitud de igualarlas con las motos de época se está instalando en muchos clubes de motos antiguas. La causa no es solamente el aspecto clásico de las retro, sino también su tecnología. Gracias a los avances tecnológicos, las motos modernas sólo requieren un mantenimiento muy escaso y no suelen dar problemas. Al mismo instante se han vuelto tan complejas que solo un mecánico profesional sabe repararlas. El motero actual se limita a vigilar la presión de los neumáticos y el nivel del aceite. Estas circunstancias han provocado que el nivel de conocimientos mecánicos entre los motoristas esté cayendo en picado. Aunque muchos aficionados a las motos aspiran a tener una antigua, se abstienen por falta de los conocimientos necesarios para su restauración y mantenimiento. Para ellos las retros parecen un regalo del cielo. Al alcance de todo el mundo, ofrecen un aspecto, si cabe, más clásico que el de una auténtica clásica y encima son superiores con respecto a su calidad y fiabilidad. En fin, las retros se perciben como las antiguas mejores. Como la opinión general en muchos clubes de motos de época es que las retros no desentonan en sus concentraciones, se mezcla lo auténtico con lo falso, restando valor a lo auténtico. Además, el club gana nuevos socios. Poniendo la convivencia por encima de sus estatutos, a nadie se le ocurre lo más obvio: que estos clubes diluyen por completo lo que debería ser su cometido principal: conservar el patrimonio artesano e industrial.